martes, 30 de marzo de 2010

Thinking on the way

De pequeña siempre le pedía a mi abuela si, por una vez, podíamos volver a casa en bus en lugar de en taxi tras un día de compras.
Me gustaba porque era algo diferente.
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Con doce años me acostumbré a tomar el urbano cuando volvía a casa después de las nueve.
Con catorce mi madre me dejó viajar en bus sola por primera vez de Coruña al pueblo donde paso los fines de semana.
Me encantaba porque me hacía sentirme independiente.
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Con quince fui a Brighton. Tenía un bonobus pagado pero vivía en el centro, así que para amortizarlo un día cogí uno y me fui de compras a la otra punta de la ciudad.
Descubrí una zona preciosa, pero lo mejor sin duda fue el trayecto.

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Desde el asiento delantero del piso superior, podía verlo absolutamente todo y en la soledad agradable de estar rodeada de gente desconocida, me puse a escuchar a los red hot y apoyé los pies en la ventanilla.

Fue una sensación de libertad maravillosa.

Era libre de horarios, ajena al tiempo. No podía hacer nada para ir más rápido, no tenía que pensar el camino. No tenía que soportar el soporífero monólogo de ningún taxista, ni pagar una millonada por culpa de los atascos.
Aquellos buses tan limpios, que tan británicamente cumplían los horarios y con unos maravillosos sistemas de seguridad*, se convirtieron en un lugar de encuentro conmigo misma. Reflexionaba sobre aquel chico que me gustaba, sobre mis amigas, sobre la vida en general. Reflexionaba sobre mi comportamiento, sobre qué podía hacer para ser más feliz cada día.
Aprendí a saludar y dar las gracias a todos los buseros para que, si un día me retrasaba, esperasen por mí.

*había un número al que podías mandar un sms con el nº del bus en que te encontrabas si tenías problemas en el piso superior, primero lo recibía el conductor y, después, la policía, que iba directamente a la siguiente parada.

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Con dieciseis fui a Malta.
Allí donde los autobuses parecen traídos de décadas pasadas, donde los conductores te engañan, los horarios mienten y muchas calles no están asfaltadas.
Allí donde para ir a cualquier parte tienes que pasar antes por la capital, Valetta, lo que alarga cualquier trayecto al menos media hora más. Allí en donde en lugar de timbres hay cuerdas y campanitas para hacer que el conductor pare, y salir así por la única puerta (siempre abierta) del auto. Allí donde puedes regatear los míseros céntimos que cuesta viajar de un punto a otro de la isla con una sonrisa y una frase agradable.
Allí donde nadie te garantiza un asiento, y los cuarenta grados de temperatura exterior se multiplican.

Aprendí a disfrutar no sólo del durante, sino también del antes; de la larga espera que al principio tanto me estresaba.

Me acostumbré a no suponer que llegaría a la misma hora que ayer, y olvidé intentar establecer una rutina.

Por la mañana iba a las siete para la parada, y esperaba a que llegase a las siete, las ocho, las nueve o cualquier hora intermedia.
Desayunaba allí una ciruela, y la papelera se fue llenando de mis pack-lunch.
Por la tarde, al volver a casa, esperaba en Valetta sentada en la acera ardiendo, con las piernas cruzadas, el bolso y las carpetas en el regazo y un Marlboro light en la mano.
Con el traqueteo del bus de fondo, siempre escuchaba a Huecco. Y qué hago aquí, mirando al cielo, a diez mil quilómetros de tus besos... enfin, parecía escrita para aquel momento.

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Me volví toda una experta en buses y, sobre todo, en buseros. Aquellos cascarrabias a veces xenófobos que se burlaban de ti en cuanto comprobaban que no hablabas maltés.
Aprendí a contestarles (en inglés, eso sí) con salidas tan ingeniosas como las suyas, a sonreírles y sacarle partido a mi nacionalidad (con los españoles había menos prejuicios) y mis últimos diez días en Malta no pagué ni un sólo ticket de autobus.
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Hoy sigo adorando tomar el bus de día para trayectos de más de quince minutos.
Miro por la ventana, escucho música, a veces leo.
Pero, sobre todo, adoro dejar que guíe mis pensamientos.


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Bi.

jueves, 25 de marzo de 2010

Confesiones.

Gracias.
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Gracias por escucharme, intentar entenderme.

Hay que joderse. Que me des consejos a .

Tú, el iluso, el impulsivo, el de los amigos geniales, el centro de atención, el de la relación perfecta y duradera, el que tiene todo lo que quiere..
...a mí, la pragmática, psicoanalista, experta en relaciones en la teoría, y que he aprendido de los golpes más duros que la vida me ha ido dando.

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Porque resulta que tú también tienes cosas dentro que te duelen. Porque también te preocupan tus amigos, y alguno te ha fallado. Porque también sufres por los que más quieres, y a veces no entiendes por qué se comportan así.
Porque tienes un corazón más grande que tu ego y el mío juntos.
Porque me has enseñado a valorar lo importante y a las personas importantes. Porque quizás no te guíes tanto por las apariencias como parece.
Y porque me ayudas más de lo que piensas, más de lo que dices que yo te ayudo a ti.
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Gracias por escucharme, y seguir hablando para que yo piense que no me estás oyendo llorar en silencio al otro lado del teléfono.
Gracias por decirme "es imposible que tú y yo dejemos de ser amigos. porque estés donde estés yo sabré de ti y tú de mí. porque me entiendes, me escuchas, me haces reír. y lo peor es que hasta me caes bien. y te quiero" . y me lo dices así, como me dices qué fea ibas hoy o joder que mal me caen tus amigas. me lo dices natural, sin que suene ñoño o romanticón.

Por eso, y por quererme así. Tequiero. Mucho, mucho.


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Es la tercera vez en dos días que acabo con los ojos llorosos después de desahogarme con alguien.
Por la mañana me confesé. Sí, con cura y padrenuestro de penitencia y todo.
Es algo que me debía a mí misma desde verano.
Fue increíble. Un sacerdote súper agradable, que me hizo sentir especial de verdad.

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Y ayer..., me da la risa. Ayer me confesé a una persona, una GRAN persona, una remota persona que no era más que compañera de clase hace unas semanas, y que quizás esté leyendo esto ahora mismo.
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no soy de primeras impresiones. siempre me equivoco.
dejo que la gente me vaya impresionando poquito a poco. y contigo me ha pasado eso.
me has ido impresionando más y más. hasta que un día, espontáneamente, te conté un secreto.
pasaste de ser de esas personas de "ah, sí, va en mi clase y es muy maja" a "¿cuando quedamos y te cuento toda mi vida?".
y el Lunes lo mencioné y la respuesta fue:
-hoy!.
-hoy?
-hoy!
porque una de esas cosillas que tenemos en común es que lo que decimos un día, casi en broma, esas cosas que para los demás son frases que quedan en un remoto propósito, lo cumplimos.
en tres horillas escasas hablamos, callamos y contuvimos la respiración.
y he de confesar que aguanté el llanto en algún que otro momento.
por tus historias, por mis recuerdos.
Un placer conocerte.

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Y esta noche tú.
Pienso en esto y aún me arde el corazón.
Vale, puede que la taza té hirviendo agarrada contra el pecho tenga algo que ver.
Pero desde luego no me quema suficiente para ser responsable de las lágrimas que escapan de mis ojos.

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Ah, y gracias también a vostros. mis incondicionales confesores.
Bi.

24/Marzo· 0:55

martes, 23 de marzo de 2010

noche de despedidas anticipadas

La del pasado sábado fue exactamente como a mí me gustan las noches de fin de semana.
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Lo pasé en grande, pero por momentos la alegría cobró un tono agridulce.
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Quedamos en casa de una amiga para cenar y tomar unos cosmos y tequila sunrise antes de bajar pero se fue uniendo más y más gente y al final no salimos hasta las cinco.
Adoro estar hasta tarde en casa de alguien, entre amigos, descalza, tomando bebida de verdad y escuchando la música que nos gusta.
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Fumar en la ventana si tengo calor, bailar si me apetece o tirarme en el sofá si estoy demasiado cansada. Y hacer todo eso sin tener que pedirle a alguien que me acompañe.
Retocarme el maquillaje cuando me aptezca sin tener que recurrir a las pocas muestras que llevo en el bolso y en baños de extraña iluminación.
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Para cuando sólo quedaba licor de melocotón para cuatro chupitos, las emociones ya estaban a flor de piel.
Empezamos (alguna mientras seguía rizándose el pelo con las tenacillas) a hablar del verano, mil planes, viajes y aventuras para Julio, Agosto y Septiembre.
Hasta que empiece la universidad, claro.
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¿y después? unas pocas nos vamos Santiago pero más de la mitad (entre ellas mi mejor amiga) se van a Madrid. Madrid. quinientos quilómetros. hora y media en avión. cinco en autobús. algunas menos en tren. ¿es demasiado? dieciseis de octubre. doce de noviembre.
no siempre hemos pasado juntas nuestros cumpleaños pero, ¿los dieciocho? me niego.
vamos a hacernos adultas juntas. nunca ha habido otra opción.Photobucket
hacemos un pacto. mi mejor amiga lleva ahí incondicionalmente demasiado tiempo pero las otras? que nunca nos vuelva a pasar lo de este verano. que nunca volvamos a obligar a elegir a una de nosotras.

Después de muchos os quiero, abrazos, bailes, y chicos sorprendidos que no entendían nada, seguimos la fiesta con otro brillo en los ojos.
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A las cinco salimos de casa por fin y dos de nosotras acompañadas por otro par de chicos caminamos hasta una discoteca. Mi amiga y yo nos extasiamos a cantar nuestras canciones favoritas, y nos tomamos la última copa. Ligamos con unos universitarios madrileños, ovetenses y algún salmantino y quedamos con otra para irnos a casa cuando dieron las siete.
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Desyunamos las tres todavía con olor a humo y fiesta en la ropa. Vimos el amanecer y nos descubrimos alguna que otra mancha inesperada en el cuello.
Nos acostamos las tres en una cama y, una hora más tarde, la voz de mi mejor amiga me despertó recordándome que tenía media hora para vestirme y llegar a la estación de buses.
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Salí por la puerta en silencio, pero la que todavía quedaba dormida entreabrió un ojo y me preguntó en susurros si quería volver a desayunar, e insistió en acompañarme abajo.
Detrás, la otra me preguntó si necesitaba dinero.
Les dije que no a ambas, y al instante cayeron de nuevo en cama rendidas por el cansancio.


Mientras iba en el taxi a la estación, y más tarde en el bus me di cuenta de que
por supuesto que quinientos quilómetros no son demasiados, no para nostoras.
hagamos que esas dos horas de viaje no sean impedimento.
hagamos que noches como esta queden en nuestro recuerdo,
y que la distancia no merme, sino que haga nuestra amistad cada vez más fuerte.



viernes, 19 de marzo de 2010

Largo camino hasta la perfección.

Fotos, fotos, fotos.
Os lo debía a aquellos que me seguís sólo por las imágenes que subo.


Para todos los demás, os prometo que no están escogidas al azar.
Afortunadamente, poca gente entenderá el título de este post.
(para el resto, lo siento, pero por ahora no tengo explicación)
P.D. adoro a NicOle R. Sinceramente, no sé porque hasta ahora no había más que un par de fotos suyas en este blog.



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