viernes, 22 de julio de 2011

As long as you know men are like children, you know everything.

Llego a casa tarde, cansada.
Me siento en el descansillo –es una larga historia, dejémoslo en “cosas de la wifi”- con la usual taza de té, el MacBook, y unas cuantas revistas viejas para re-ojear, re-descubrir e inspirarme a secas (y tan secas, el rooibos hierve y no puedo probarlo aún).
Paso páginas de Vogues que me incitan al consumo, hojas y hojas de editoriales magistralmente dirijidos por Carinne, estilismos de Giovanna. La siempre sorprendente Dazed & Confused. Entrevistas geniales de la Harper’s, la ironía clásica de la Vanity y...oh. De pronto, las Esquires.
Esquire.

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Esa ventanita (con tipografías guays) al universo de los hombres que amo. Y los hombres que amaría, al menos, tener en mi lista de contactos. Aunque sólo fuera para robarles sus camisas.

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Sí. Busco un hombre Esquire.
Si es heterosexual, bueno, you’d have made my day.
Bueno, en realidad, qué más dá. No quiero una relación al uso.

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Me vale un hombre que me hable de moda masculina con gusto, que me descubra nuevas marcas de ginebra cada noche de verano, que no me pida fuego, que me pida consejo al abrir el armario antes de salir, pero sin el tono perezoso de mi ex, más bien como una aventura.




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Un hombre, en definitiva. que use camisas blancas a veces, pocos logos y los zapatos apropiados para la ocasión.


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Que disfrute de un buen Jack Daniel’s con hielo, que sepa quién es Don Draper, y, si me apuras, Dick Whitman.
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Que fume (o no) pero que, llegado el caso, sepa hacerlo con clase. El señor Draper, arriba mencionado, sería una útil inspiración.


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¿está por ahí? Una persona, digo, que jamás me regale nada en forma de corazón, y flores muy pocas veces. Que encienda las velas justas y conozca los mejores hoteles.
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Que me lleve a Wimbledon y juntos hagamos competencia a una de mis parejas favoritas en las gradas. Hablo de Button & co.

Sí, por qué no, que le guste el tennis. O el baloncesto, tanto dá. O el jazz –por pedir...-

Y que lo que le guste, le apasione. Y me lo cuente, me lo explique.


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Oh, vaya. Mi imaginación se ha desatado. Y ya que estoy... quiero que tenga una sonrisa torcida, mirada penetrante, misteriosa, rebelde.


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Que me haga esperar alguna vez, que me haga volar por la autopista. Y en cualquier parte.

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Un aire a Barney Stinson se aprecia muy positivamente.

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Con hombros grandes & I will D-I-E.

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Y, por el amor de Dios, que sepa hacer al menos un puto Windsor. 
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Sin trampear con la aplicación del iPhone, please.
Que coma como un cerdito,  y tenga ese puntito de amargado en la mirada.

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Que no se pase con las lágrimas, ni con los te quieros. Ni con el indie ni las fotos.
Pero que de todo me dé un poquito.

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BONUS si sabe varias canciones de The Doors al dedillo.
Imprescindible compartir al menos algún director de cine favorito.
Sea como sea, la cita: Ezequiel 25:17 debería sonarle bastante.


¿Me he ido del tema? Mejor, volvamos –y terminemos ya- con aquel Esquire que acabé ojeando hoy al llegar a casa. Tiene algunas manchas pequeñas de salsa de soja en la contraportada y, entre las páginas, rastros de la época en que experimentamos con el tabaco de liar. Pero es en la portada donde está eso que me intriga, que me inspira, que me perturba y me ha llevado a las teclas después de aquel punto y aparte.
Son los ojos azules, la mirada seductora de Steve McQueen.
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Y así como en un flash, se me viene a la cabeza la colección de camisetas de Dolce & Gabbana con sus retratos.
Y eso me lleva inevitablemente de  Steve  a James.
Dean.
Madre mía.
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Claro, por mi cabeza pululan también Bass, y Depp. Y clásicos, obvio. Bendito Newman.
-aunque Dean vuelve, una y otra vez. Por favor, no me mires así-.


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Y pienso un poco en todos ellos. Y algo me recuerda a esa mujer, diva, musa, qué sé yo cómo definirla.. que entre otras cosas, de hombres supo un rato.

Se ve que una vez, ella dijo:
 “as long as you know men are like children, you know everything”.
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Amén, Gabrielle, Amén.

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Bi.

P.D. he intentado hacer una selección de fotos. Luego he pensado que qué carajo, que este es mi blog. Y las he puesto todas.


sábado, 9 de julio de 2011

punto y aparte.

Cuando empecé este blog, allá por diciembre de 2008, era también el comienzo de algo más. Una aventura adolescente, apasionada e insospechaba; un sentimiento absurdo y desconocido nacía –y yo sin saberlo- dentro de mí.

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Hace ya más de un mes que aquello acabó –la aventura, no el sentimiento- pero aún después de muerta seguíamos resultándonos mutuamente irresistibles.

Anyway, ahora sí que ha terminado. C’est fini. Done. Kaput.
Parece el momento perfecto para dar por terminado este blog –una bonita aventura parelela-, y poner punto y aparte.
Crear otro, quizás. Con otro nombre, nuevos seguidores.

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Volver a escribir más de moda que de él, y él y él.
Retomar de verdad mis vicios, y placeres, y escribir también de eso.

Quizás sea cierto que cuando te enamoras pierdes una parte de ti misma.
Bien, puede que sea el momento de recuperarme.
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Pero..este blog no es sólo un recuento de una historia de amor –desamor, encaprichamiento, lo que sea. Es una historia de mí. – y cerrarlo sería como reconocer que él lo era todo.
Es una historia de caprichos, de pequeñas cosas que me hacen feliz, de sueños y tardes de domingo tirada en el sofá.

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Y después de dos años escapándome, disfrutando como nunca, quedándome despierta hasta la madrugada sólo para hablar contigo, no haciendo planes por tus llamadas de último momento, saltándome la dieta sólo por ese trayecto contigo de mi casa hacia el McAuto, cogiendo más trenes de la cuenta, estudiándome crónicas deportivas y descuidando los estudios que de verdad decidirán mi futuro. Después de dos años de momentos dolorosos y alocadamente divertidos aquí estoy de nuevo.
Sentada ante el televisor, acompasando el sonido de las teclas de mi Mac al de las de Carrie Bradshaw, devorando tarta de nueces e infinitas tazas de té.

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Porque sí, es momento de poner punto y aparte. Y revivir aquellos veranos de la infancia y preadolescencia pero con todos los privilegios de ser ya mayor de edad.



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Escapadas a la playa, tardes en la piscina de mi pueblo. Helados y más helados. Fiestas con montones de amigos y quizás besos, pero maduros. Música hortera en verbenas de aldeas cercanas.


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Brunch, drunch, descubrir nuevos cocktails con vosotras. Y que toda mi conversación no gire en torno a él.
Viajar, ahora juntas.
Releer a Nabokov, ver Mad Men sin llorar por no tener a un Don Draper que abrazar esta noche.
Reírme, que ni una gota de maquillaje toque mi piel en tres meses. A excepción de las sombras de ojos divertidas para las noches gaditanas.

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Y ahora, que ya ha pasado tiempo desde que escribiera esto, edito.

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Al final. Al final del túnel, después de manchar almohadas con rimmel corrido de tanto llorar, de llamadas a amigas en mitad de la noche solo para sentirme un poquito menos sola, de despotricar contra su última conquista, de aferrarme a cualquier cosa, de abandonarme y ver todo como un sinsentido... al final, sigo siendo la misma niña analítica, idealista, obsesiva, algo arrogante. Cariñosa a ratos, borde muchas veces. Impulsiva. 

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Pilas de libretas, de cajas de zapatos, de revistas de moda y libros clásicos, como siempre, en cada rincón de mi habitación. El mismo corcho con cada vez más textos inspiradores y menos imágenes ocupa mi pared. Sigo comiendo helado con cuchara de sopa y -papá, no leas esto- fumando cuando me aburro.

PhotobucketDuermo con mamá, camino descalza por todas partes. Fantaseo con James Dean y lloro con reportajes de moda.
Como, como desde que me alcanza la memoria, con puro placer, canto cepillo en mano canciones de Michael Buble y ahorro en secreto para comprar esmaltes de uñas y lencería cara.
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De esto se trata todo. Este blog, mi vida, quién sabe, quizás también la felicidad en general.
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De pequeños placeres. De dejarse llevar cayendo en el exceso que nos concede la juventud, pero con lo aprendido de las escasas pero intensas experiencias hasta ahora.



Gracias. Muchísimas gracias. A todos, a todas. A ti. A él.
[Esto es solo un nuevo principio.]




Bi.



aclaro: no. no voy a cerrar el blog. de eso se trata. si lo hiciera sería como reconocer que todo el sentido de este sitio era una relación que ya terminó. pero no es así. hay mucho más. y espero que sigáis ahí para leerlo.

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