Está de moda tomar el gin tonic con pepino, fresas, pétalos de rosa (habráse visto).
Está de moda la moderación, el minimalismo. Está mal vista la ostentación (ya sabeis, estamos en crisis). Y las modelos delgadas. Y los gastos extravagantes. Y las niñas jugando a ser mayores.
Está de moda lo eco, bio, light, diet... Las meriendas a base de crudités con salsa de queso o barritas de cereales y zumo de pomelo.
Está mal visto gastarse siete euros en una revista, doce en una caja de macarons, sesenta en el libro de Carine.
Ya no se llevan los logos, ni los dos besos, ni las cartas manuscritas o las postales por navidad.
Ya nadie escucha los cuarenta, porque lo in es ser indie.Nadie dice votar al PP, todos somos progres, y modernos, y alternativos.
Están mal vistas las chicas que beben cerveza, las faldas demasiado cortas y los escotes demasiado grandes.
Es de mala educación poner los codos sobre la mesa, devorar la comida con las manos.
No se debe fumar, ni beber, ni comer en la cama. Dicen que tampoco es sano escribir con el portatil sobre el regazo, ni poner la música demasiado alta en el iPod.
Todos los anuncios de aspiradoras son misóginos, y las modelos anoréxicas, y los adolescentes unos malditos degenerados.
La televisión nos atonta, los te quieros están sobrevalorados.
Todos sabemos tanto de todo hasta identificamos las estrategias de marketing, y sabemos huir de ellas. Seguimos guardando las mejores botellas de vino para esa ocasión especial, gastándote tu sueldo en contratar demasiados canales para la televisión, cientos de prendas en Zara (haz cuentas, los precios ya no son lo que eran), la cubertería de plata que nunca llegarás a estrenar.
Mientras, maldices a esa china de la tele que colecciona birkins de doce mil euros y pasea sus suelas rojas por la Moraleja.
Puede que me odieis si os digo que amo Vogue Paris. Sí. Con sus niñas, sus polémicas, sus huesos y sus humos. Que a veces me apetece fumar como una camionera, y beber como si no hubiera mañana. Citadelle con fever tree, sí, y grey goose con cualquier cosa. Pero también vino del Orense a cincuenta céntimos la cunca, y lamer la sal y chupar el limón, y bailar con Pitbull y decir churri y chato y demás horteradas impropias de un estudiante de periodismo (y poco recomendables, en general, para cualquiera). Lloro con poemas de Lord Byron. Pero también con algún párrafo de Crepúsculo. Y voy al mcauto, y ensucio el coche, y le hecho queso a todo en cantidades industriales. A veces me creo que los sofás del Foster’s son los de mi casa. Y llevo un año ahorrando para un Chanel de cuatro cifras, casi el mismo tiempo que llevan las suelas rojas en mi armario. Odio hacer la cama, y al final de muchas semanas está llena de manchas de rimmel, y tabaco de liar. Creo que oigo menos de lo que debería porque uso auriculares, y no cascos, y a mi móvil no le funciona el botón de bajar el volumen desde que se me cayó en una discoteca hace dos veranos. Me guardo mucho los tequieros, pero grito a los cuatro vientos que amo a mis amigas. Me hice un esguince por caminar con tacones demasiado altos por las calles adoquinadas de Santiago de Compostela. Y lo sigo haciendo. Lloro porque perdí a un chico que adoraba. Y lo perdí por un error que sigo cometiendo. Y ME GUSTA.
Revisa tu lista de sueños, de propósitos, de deseos. Crea tu país de las maravillas del que no tienes por qué despertar nunca.
Y qué si es de ancianas hacer calceta, tomar el té en el Embassy?
[Sal a cenar un día, toma una copa de champagne para celebrar que es navidad, o invierno, o diciembre, o que estamos vivos. Pide la carne poco hecha, prueba todos los postres de la carta, sueña con el desfile de Chanel mientras charlas en mesas con la cristalería que hace años adorna (y sólo eso) tus vitrinas. Ten una resaca memorable.]
Y si vas a regalar estupideces, no regales. Porque esa personita que rasga el papel de regalo es familia tuya, o quizás tu mejor amigo. Y seguro que ya es mayorcito para tener una colonia favorita, y probablemente se la compre él mismo. O quizás sea de esos que prefieren un pase VIP para el rock in Rio que un par de zapatos de Prada.
Esto es un tema que merecen un post completo (y lo habrá) pero de esto se tratan muchas cosas: de establecer preferencias.
Si no sabes las de tu regalado, pregunta y acertarás siempre. Eso tampoco está (ni lo ha estado nunca) de moda, ya lo sé. Pero qué importa.Comamos, bailemos, bebamos y hagamos el amor ignorando por una vez las modas y el qué dirán y quizás esto parezca una aún más Feliz Navidad.
Bi.