viernes, 31 de diciembre de 2010

Fresas y Champagne

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Quería escribir este post antes de que llegase la Navidad definitivamente. Antes de que llegase la hora de ser caritativa, y un post arrogante sonase fuera de lugar. Pero photobucket desactivó mi cuenta temporalmente por aquello de que sobrepasé no sé qué límite, y la entrada ha tenido que esperar. Ya en Navidad. Aquí os va:


Pero, seamos honestos. Habéis leído alguna revista de moda este mes? Habeís salido a la calle? La Navidad no es solidaria, íntima, modesta.
La Navidad es arrogante.
Es derroche de luces, de brillos. Abuso de color dorado, desde las copas, a las sombras de ojos, pasando por el borde de los platos y el ribeteado de los manteles.

Lo que era una fiesta religiosa se ha convertido en la mejor excusa para comprarse sensual lencería roja, y teñirse los labios con carmín. Vivir la noche como nunca. Gastarse medio centenar de euros en la entrada de la fiesta que tanto llevas esperando.
Apostar por el más despampanante de los vestidos. Más que de boda, de alfombra roja.
Acercarse a esa vida con la que muchos sueñan todo el año.
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Una vida de lujo.
No sólo hablo de dinero.
Hablo de estilo, de gusto. Hablo de todo ese conjunto de fastuosidad que hacen de Gossip Girl, Sexo en Nueva York, y también del desfile de Victoria's Secret, emisiones tan admiradas y seguidas.

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Para no generalizar, personalizaré todo en mí misma.
Alguien me llamó snob un día. Un anónimo, me dijo que yo no estaba contenta con mi vida. ¿Alguien me entiende? No tiene nada que ver con eso. Si me apuras, no tiene nada que ver con la realidad, con el día a día.

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Insisto. No hablo sólo de dinero.

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Hablo de levantarte por las mañanas y decidir que hoy te apetece ser borde. Casi soberbia.

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Y dejar que un soberbio, un arrogante, un chulo y prepotente te conquiste. Te haga de nuevo volar. Te haga pensar que estás, cinco años después, a tres metros sobre el cielo.

Decidir una noche que no te gusta el vino barato mezclado con cualquier cosa. Que hoy la copa se sirve en un vaso de Martini, y el contenido sabe exquisito.

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Y luego volverse loca. Volverse loca bailando.
Y quizás volverse loca defendiendo a alguna amiga que ha preferido el vino barato. Y ahora se está riendo de alguien que no tiene nada que ver.
Y volverte infantil. Y aunque estés serena, ir y gritar tu también. Y encontrar a alguien más borde, más infantil que tú. Y que al final te invite a una copa, y hasta le des tu número. Y que la gente sociable, maja y agradable no entienda nada. Y que en realidad tú tampoco.

Sentirte la dueña del mundo. Entrar en el casino. Apostar todo al nueve. Perderlo todo. Volver andando a casa.

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Sentirte el rey, la reina del mundo, también durante el día. Dejar que te mimen, que te den masajes y te pinten las uñas. Tomar macaroons de bonitos colores y gastar tres euros que ahorraste al dejar de fumar en una botella de Fiji.

Ir de compras en tacones, aunque sean las doce del mediodía. Y pasear, y mirar escaparates. Y entrar en YSL. Y soñar con aquel anillo barroco precioso.

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Y comprar bisturería, mientras ahorras para ese anillo. Y ponértela toda, toda junta. Y complementos imposibles. Locuras que sólo se permiten antes de los treinta. Qué más dá. Si yo no llego ni a los veinte.
Oscar Wilde decía "I'm not young enough to know everything." Bueno, nosotros sí lo somos. Aprovechémonos de eso. Porque dentro de unos años todo sonará ridículo y presuntuoso.

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Es la hora de coquetear con todo y que casi nada pase factura. De rodearse de la mejor gente, que me evite sobrepasar los límites.

Porque un día decides que llevar guantes largos no está pasado de moda. Y si lo está qué importa.
Y te cuelas en el joyero de mamá. O de una tía. Y tomas prestado una pulsera bonita. Para llevar encima de los guantes.

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GOZARLAS, como dice una amiga mía.
Y reírte del mundo.

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Y comer cuando tengas hambre. Y no volver a casa aunque te duelan los pies.

<span class=Photobucket Tomar la calle, con paso firme, todas juntas. Hablar de cosas que no sabes. Escuchar y leer de todo. Engancharse a Crepúsculo y citar a Góngora.


goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,

no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

Y lo creemos, y lo aplicamos. Collige virgo rosas.

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Y una mañana, tumbarte en el sofá con esa camisa blanca que todavía huele a Él. Y abrir la Vogue francesa de este mes. Dejar escapar una lagrimita porque Carine se va. Mirar y remirar LA PORTADA. Con mayúsculas.

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Y verle bajar las escaleras de casa. No es Tom Ford. Este es heterosexual, y todo tuyo.

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Dejar que te sorprenda con una cajita con lazo blanco, y dentro una llave que no abre ninguna puerta.


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Y un bol enorme de fresas sin nata.
Y así. como burbujas de champagne francés. -o quizás cava catalán- subir, sentirme flotar en el cielo.
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Bi.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Pequeños placeres de la vida.

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No es Año Nuevo, y desde luego no estoy en Viena.

En realidad es Domingo 26 de Diciembre y yo, mi madre y mis abuelos, estamos en el Palacio de la Ópera de A Coruña.

Radiantes de felicidad. Alguno incluso con lágrimas en los ojos. Escuchamos, atentos y complacidos, las obras que los miembros de una familia austríaca escribieron dos siglos atrás.
Los valses, polkas y marchas de los Strauss suenan en la sala, y el ambiente me recuerda a aquella época en que la gente acudía a la ópera, el teatro, escuchaba conciertos como entretenimiento y acontecimiento social. Se ponían sus mejores galas y se reunían con sus amigos para divertirse viendo un ballet.
No se trataba de fingir ser un intelectual, un esteta. Ni de dejarse ver y luego irse a casa en el descanso, que hoy en Sálvame Deluxe entrevistan a la vecina de aquella ex novia de un torero que lo había acusado de no sé qué.
La Reina Victoria podía escuchar Norma una y otra vez, como quien se entra hoy en series yonkis a llorar de nuevo con la muerte del Duque.

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Qué importa con qué disfrutes, lo importante es que lo hagas. Que GOCES.
Como yo gozo una y otra vez con aquel capítulo número siete de Gossip Girl.
Y como gocé con aquel Concierto de año nuevo interpretado por la Strauss Festival Orchestra.

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Con ballet y soprano incluídos.
Con la obra titulada "champagna" un bailarín sale al escenario y le pregunta al director de la orquesta: cava? él responde que si y a nadie le importa si se moja el suelo.
El mismo director se gira al público en mitad del concierto para decirnos cuánto le gusta la obra que va a interpretar la orquesta a continuación. Y, al final, emocionado con la virtuosidad del grupo de músicos que dirige, abraza al primer violín, e invita a levantarse uno por uno a quienes hicieron un solo.

No son sonatas, ni fugas lo que tocan,...no es lo que llaman "Arte Mayor" pero es tan entretenido. Tan bonito. Tan... divertido.

Así que, ahora que el año llega a su fin... por qué no preguntarnos: ¿Con qué hemos disfrutado de verdad estos doce meses? ¿Qué nos hace felices? ¿Que nos dibuja en la cara esa tonta sonrisa?

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Queridos y queridas, Feliz Navidad.


Bi.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Doce meses después.



Así empezaba todo. Con un título en inglés. Letra pequeñita. Deseos de agradaros.

Definiéndome sin darme un nombre. Temerosa, cohibida.

Inexperta e indecisa.

Ni siquiera la foto aclaraba mucho. Rebelde? Barroca? Romántica? Ni el vestuario de Sasha se decide por una tendencia.


En estos doce meses ella ha desfilado para Chanel, Dior,... ha renovado contratos, protagonizado editoriales de revistas de todo el mundo. Entre ellos la representación de una bod
a más divertida que he visto nunca. Actuaba de sí misma, con su marido y algunos amigos como coprotagonistas.

No han estado mal tampoco para este blog. Poco a poco, un espacio sin grandes expectativas superó los cien, los doscientos seguidores. Y ahora se acerca tímidamente a los trescientos.
He escrito entradas de las que me siento muy orgullosa. Otras que son sosas. Otras que han sido criticadas y muchas que daban una impresión errónea de mí.
Un día un ex-profesor de literatura me envió una crítica sobre el conjunto de todas tan bonita que me hizo llorar. Pensé que tendría que estar muerta para que alguien hablase así -o hablase a secas- de lo que he escrito.

En estos doce meses -y algunas semanas- he hecho amigos y amigas al otro lado de la pantalla. Y eso vale más que nada. He conocido blogs que me hacen sonreír a diario.

Y personas sumamente especiales que me han descubierto un mundo nuevo.
He leído asombrada desde dónde me leeis algunos. Más allá de grandes charcos, a pesar de la distancia, o de vivir en diferentes hemisferios. Gracias.

Ha habido momentos en que todo agonizaba. Yo misma por dentro creí morir. Y el blog, por tanto, pareció morir conmigo.
Pero de alguna forma revivió; intenté acercarme a las Nuevas Tecnologías. Descubrí twitter y photobucket sólo para hacer esto más bonito y divertido.
Espero que haya funcionado.
Y que aquel deseo con que concluía mi párrafo de presentación aquel siete de diciembre de 2009 a esta misma hora se haya cumplido.

Yo, por mi parte, hoy puedo decidirme por una única foto -de nuevo Sasha- que espero transmita como me encuentro: feliz, encantada. de haberos conocido.


Bi.

martes, 14 de diciembre de 2010

FACEBOOK!



Algunos de vosotros me habeis agregado al facebook. muchos no os identificais al agregarme, o lo a haceis y yo luego olvido si me agregais por el blog, os he conocido en otro momento, o no os conozco. Así que he decidido crear una página. Por favor, todos los que me teneis en facebook dadle a Me Gusta para que pueda identificaros. Y, claro, os invito a todos a hacerlo también! :D


Bi.

Persiguiendo sueños.

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Un día, allá por dos mil ocho, una chica en Brighton compró su primera Vogue.

Entonces empezó a soñar. A soñar con Pradas y Guccis. A soñar con Birkins y 2.55.
A soñar con zapatos con nombre español. A soñar con agua con marca propia y envases diseñados por grandes maestros. Con dulces franceses, con espectáculos sobre y tras una pasarela.

Sueña, como tantas en el mundo, a hacer realidad esas fantasías de páginas de revista. A escribir bajo el título de Carta de la directora.


Hoy por fin me topo con gente que comparte mis sueños, y otros que quieren ayudarme a conseguirlos.
Y por fin me siento, pasito a pasito, más próxima a conseguirlo.


Bi.


P.D. para las que estais en Santiago y también soñais con esos dulces franceses: Dr. Teijeiro nº34 (O Almirez).

domingo, 5 de diciembre de 2010

Home, cold home.

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Cinco días para estar en casa.

Para encender la hoguera, tomar kilos de Suchard
Para despertarme y ver encima de mi mesilla chocolate con churros que mi abuelo ha ido a buscar al Timón.
Para cruzar los dedos y rezar para que el avión que llevará a mi ahijadita de tres años a ver a sus abuelos suizos no se retrase más tiempo.
Para abrir skype y decidir que es hora de retomar el contacto con esas personas que viven tan lejos.
Y que este año volveré a enviar tarjetas de felicitación navideñas por correo.
Y dejar que una vagabunda me de lecciones sobre la vida mientras voy en el bus camino de mi pueblo. Y que una gitana me lea la mano en la zona vieja de Santiago.
Y enamorarme. De ti, de la navidad, de las películas en blanco y negro.


Bi.

después de la tormenta siempre llega la calma

y después de vicios y placeres siempre -siempre- llega la hora de desintoxicarse

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Abro los ojos un jueves cualquiera.
Estoy en un sofá ya conocido, pero no es el mío. Qué bueno es tener amigos que te acojan los días de fiesta para evitar el largo camino hasta casa de noche.

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Qué peligroso que compartan los mismos vicios y placeres que tú. Pero esta vez me despierto con la conciencia tranquila. Primer paso para la limpieza post-fiesta. Alguien me despierta.

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Me calzo y nos vamos a la facultad. Hoy quedamos con el grupo, vamos a grabar. Me gusta grabar. Me río mucho, y el silencio no le parece a nadie incómodo.



Y después, largo camino hasta casa. Muchos pasos, pero la falta de sueño me lleva en volandas. Y la brisa fresca y húmeda, el sol, las primeras gotas de lluvia del día. Mi casa me recibe caliente. Casi parece mi hogar.
Y ha llegado el momento. Me recojo el pelo en una coleta y me meto en la ducha. Mientras el pan se tuesta, recojo la ropa sucia.

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Sucia de cerveza que alguien me tiró por encima. Sucia de humo, sucia de roces sin querer. sucia de sofás ajenos.

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Me limpio la cara, me quito las lentillas. Con el pijama puesto, por fin, me siento en el sofá.

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Y con el té caliente en mi regazo, como a bocados enormes dos tostada de mantequilla y mermelada.
Abro el mac, la Harper's, la Vogue, la Elle. Y me dejo sorprender por destellos de cristales de Swarosky y letras doradas.

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Quizás fue uno de esos destellos lo que trajo a mi mente un recuerdo archivado de la noche anterior.

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Entre tasca y tasca, hablé con alguien de moda. Sin saber muy bien cómo, los chupitos de licor café y crema de orujo. Estrellas y adoquines. En el colmo de lo enxebre encuentro a alguien que me habla de Prada con la misma pasión con la que yo escribo estas letras. La gente se nos acerca, pero nosotros no los oímos. Estamos enfrascados en nuestra conversación, compartiendo ideas, dándonos la razón, abrazándonos por el placer de habernos conocido.


Por favor, le digo, no olvides esto mañana.
Bi.


[hace ya más de una semana que escribí esta entrada hace ya más de una semana. poco después de aquel post sobre vicios y placeres; pero, sin saber por qué, había quedado olvidada junto a tantos otros borradores.. ]

lunes, 29 de noviembre de 2010

Love comes in a Tiffany's blue box

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O en el color de la suela con la que tantotiempo llevo soñando.
-y por la que tendré que esperar todavía hasta principios del año que viene, pero, por lo menos, ya estoy apuntada en el la lista de espera-.
La alegría, el amor a veces, viene en la versión navideña de las tazas de cartón de Starbucks, en un paseo por La Castellana, en copas gratis en Moma.
Está en una vitrina, en color coral o turquesa, de la tienda de YSL. o frío, helado, en un desayuno en Haagen Dazs.

El mejor de los fines de semana pasa por bromear con el dependiente de la joyería más especial del mundo. Que nos pida, por favor, que no nos marchemos. Que me llame por un apodo.
Por tener el más casual de los encuentros, la coincidencia menos esperada en Fun.
Jackson el taxista, David el dependiente de Tiffany's. La dependienta cantaora del Sephora.
Los chicos que nos colaron en una discoteca. Aquel hombre raro que bromeaba con mis amigas y pidió globos para mí en VIPS.
El mejor de los fines de semana pasa, incluso, por sobrevolar Santiago durante casi una hora esperando que la niebla* nos deje aterrizar. Y fallar en el intento, y aterrizar el Oporto. Y recorrer Galicia en bus durante horas, para llegar a casa.

*tiempo más tarde nos enteramos que no fue la niebla, sino LA HUELGA encubierta de los controladores lo que nos impidió aterrizar.

El final de una celebración de cumpleaños inmejorable. Que empezó a las doce en punto de un día doce de noviembre y terminó, rozando el final de mes, siempre con vosotras.
Porque, detrás de todos esos nombres de tiendas, joyas, zapatos, calles y cafés, después y antes de todo eso, antes incluso de todo y cuando me haya arruinado ya de tanto consumo siempre estais vosotras.
Los únicos nombres importantes.


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Bi.

jueves, 25 de noviembre de 2010

caprichos, placeres y otros vicios

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Hace ya demasiado que no escribo sobre mis vicios. Vicios confesables, pequeñas manías, gustos frívolos y a veces inalcanzables. Otras veces tontos, simples, pequeños placeres que me hacen feliz.

Este blog, ya lo dije hace tiempo, trata de esos vicios confesables. Y es en días como hoy, ni buenos, ni malos, tranquilos y lluviosos, cuando más los necesito.


Necesito comer, comer con las manos. Embadurnarme con el ketchup que le sobra a la hamburguesa, pringarme con el queso fundido que quizás no debiera haberle puesto a las patatas fritas. Sonreírte con la boca llena de chocolate y vainilla, delicioso brownie del que siempre tengo ganas.

Porque el helado siempre me apetece en invierno. Como el té. bueno, el té me apetece en invierno, verano, otoño y primavera. Caliente o helado, rojo, verde, negro o de vainilla. Contigo en el rocco, o sola escribiendo en la cama.

Como comer a cucharadas la crema de cacahuete. Los desayunos eternos. La sopa de chocolate blanco con frutos rojos por la que soy capaz de desplazarme hasta veinte kilómetros.

En general, cualquier postre bonito. Me gusta mucho, mucho el champagne, L'elisir d'amore y Carmen.

Me gusta la textura de mi pelo al salir del mar, que la arena se me cuele entre los dedos de los pies, y un Marlboro Light con una enorme taza de café.

Amo que me canten en francés y me conquisten en italiano. Gritar en castellano, oír hablar gallego y ver películas en inglés.

Gastaría todo mi dinero en sushi y zapatos. Altos, altísimos. Y bailaría sobre ellos cada noche. Mr. Guetta y Ms. Absolut. Qué estupenda pareja.


Amo viajar. En avión, en tren. Anywhere. Me gustan los hoteles bonitos con sábanas blancas.

Me gusta estar delgada, vestir de negro. Los labios rojos y las uñas cortas. Me gustan las que llevan ropa vieja y rolex de oro. Sin que nadie lo sepa. El pelo alborotado y los relojes de hombre. Y las colonias, y las revistas, y las camisas de hombre. Y hace tiempo que lo dije.

Disfruto caminando al ritmo de Akon, aunque en la intimidad sólo escucho a Simon & Garfunkel.
Siempre voy de un lado a otro con mil cosas en la mano. El movil, el café, el ipod. Cuando recibo un mensaje a la bb tengo que hacer malabarismos para que no se me caiga todo al suelo.


El ballet fue mi vida durante mucho tiempo. Me rescató de más de un pozo. Todavía lo sigue haciendo. No me gusta tocar a Mozart. Ni el baile contemporáneo. Las partituras de Chopin me hacen llorar. Siempre. Casi tanto como algunas de mis películas favoritas.


Me pierden los hombres de traje; los suspiros ansiosos. Soy borde. mucho.

Me sonrojo cuando mi familia me dice que soy de otra época. Que debí nacer en los años cincuenta. Qué suerte la mía. Los 2.55 estaban mucho más baratos en aquel tiempo.

Leo y releo las Vogues, pero jamás soy capaz de recortarlas. Acumulo Elles, Esquires y alguna Vanity Fair en un rincón de mi habitación. Pero las Vogues y las Harper's tienen su lugar en la biblioteca de casa. Al lado de Jane Austen, que tantas veces me hizo soñar. Y Wilde, y Pavese y Neruda. Que leo una y otra vez. Porque me encanta. Leer a los clásicos y libros de ensayo sobre moda. Porque odio hablar sin saber de lo que hablo.

Me gustan las joyas grandes, y los anillos diminutos que mi madre usaba cuando estaba en la veintena.

Tiffany's y la Durée son el paraíso.


Casi nadie lo sabe, pero la primera vez que lloré de alegría fue con una carta de mi tía. La segunda, aterrizando en Roma.



Mi dieciocho cumpleaños fue uno de los días más felices de mi vida. Gracias mamá. y abuelo, y abuela. y padri. por estar ahí desde siempre. Gracias a ti. Que has leído todo esto sin ni siquiera conocerme. Y a ti, y a ti. Que comentas cada post. Gracias a ti. Por hacerme sentir especial.
y a ti. que tienes una abuela estupenda que ya quedó advertida un día: como me guste esto, volveré. te vas a hartar de verme.
espero que tú no te hartes nunca.
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Bi.
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