Quería escribir este post antes de que llegase la Navidad definitivamente. Antes de que llegase la hora de ser caritativa, y un post arrogante sonase fuera de lugar. Pero photobucket desactivó mi cuenta temporalmente por aquello de que sobrepasé no sé qué límite, y la entrada ha tenido que esperar. Ya en Navidad. Aquí os va:
Pero, seamos honestos. Habéis leído alguna revista de moda este mes? Habeís salido a la calle? La Navidad no es solidaria, íntima, modesta.
La Navidad es arrogante.
Es derroche de luces, de brillos. Abuso de color dorado, desde las copas, a las sombras de ojos, pasando por el borde de los platos y el ribeteado de los manteles.
Lo que era una fiesta religiosa se ha convertido en la mejor excusa para comprarse sensual lencería roja, y teñirse los labios con carmín. Vivir la noche como nunca. Gastarse medio centenar de euros en la entrada de la fiesta que tanto llevas esperando.
Apostar por el más despampanante de los vestidos. Más que de boda, de alfombra roja.
Acercarse a esa vida con la que muchos sueñan todo el año.
Una vida de lujo.
No sólo hablo de dinero.
Hablo de estilo, de gusto. Hablo de todo ese conjunto de fastuosidad que hacen de Gossip Girl, Sexo en Nueva York, y también del desfile de Victoria's Secret, emisiones tan admiradas y seguidas.
No sólo hablo de dinero.
Hablo de estilo, de gusto. Hablo de todo ese conjunto de fastuosidad que hacen de Gossip Girl, Sexo en Nueva York, y también del desfile de Victoria's Secret, emisiones tan admiradas y seguidas.
Alguien me llamó snob un día. Un anónimo, me dijo que yo no estaba contenta con mi vida. ¿Alguien me entiende? No tiene nada que ver con eso. Si me apuras, no tiene nada que ver con la realidad, con el día a día.
Y dejar que un soberbio, un arrogante, un chulo y prepotente te conquiste. Te haga de nuevo volar. Te haga pensar que estás, cinco años después, a tres metros sobre el cielo.
Decidir una noche que no te gusta el vino barato mezclado con cualquier cosa. Que hoy la copa se sirve en un vaso de Martini, y el contenido sabe exquisito.
Decidir una noche que no te gusta el vino barato mezclado con cualquier cosa. Que hoy la copa se sirve en un vaso de Martini, y el contenido sabe exquisito.
Y luego volverse loca. Volverse loca bailando.
Y quizás volverse loca defendiendo a alguna amiga que ha preferido el vino barato. Y ahora se está riendo de alguien que no tiene nada que ver.
Y volverte infantil. Y aunque estés serena, ir y gritar tu también. Y encontrar a alguien más borde, más infantil que tú. Y que al final te invite a una copa, y hasta le des tu número. Y que la gente sociable, maja y agradable no entienda nada. Y que en realidad tú tampoco.
Sentirte la dueña del mundo. Entrar en el casino. Apostar todo al nueve. Perderlo todo. Volver andando a casa.
Y quizás volverse loca defendiendo a alguna amiga que ha preferido el vino barato. Y ahora se está riendo de alguien que no tiene nada que ver.
Y volverte infantil. Y aunque estés serena, ir y gritar tu también. Y encontrar a alguien más borde, más infantil que tú. Y que al final te invite a una copa, y hasta le des tu número. Y que la gente sociable, maja y agradable no entienda nada. Y que en realidad tú tampoco.
Sentirte la dueña del mundo. Entrar en el casino. Apostar todo al nueve. Perderlo todo. Volver andando a casa.
Sentirte el rey, la reina del mundo, también durante el día. Dejar que te mimen, que te den masajes y te pinten las uñas. Tomar macaroons de bonitos colores y gastar tres euros que ahorraste al dejar de fumar en una botella de Fiji.
Ir de compras en tacones, aunque sean las doce del mediodía. Y pasear, y mirar escaparates. Y entrar en YSL. Y soñar con aquel anillo barroco precioso.
Ir de compras en tacones, aunque sean las doce del mediodía. Y pasear, y mirar escaparates. Y entrar en YSL. Y soñar con aquel anillo barroco precioso.
Y comprar bisturería, mientras ahorras para ese anillo. Y ponértela toda, toda junta. Y complementos imposibles. Locuras que sólo se permiten antes de los treinta. Qué más dá. Si yo no llego ni a los veinte.
Oscar Wilde decía "I'm not young enough to know everything." Bueno, nosotros sí lo somos. Aprovechémonos de eso. Porque dentro de unos años todo sonará ridículo y presuntuoso.
Es la hora de coquetear con todo y que casi nada pase factura. De rodearse de la mejor gente, que me evite sobrepasar los límites.
Porque un día decides que llevar guantes largos no está pasado de moda. Y si lo está qué importa.
Y te cuelas en el joyero de mamá. O de una tía. Y tomas prestado una pulsera bonita. Para llevar encima de los guantes.
Porque un día decides que llevar guantes largos no está pasado de moda. Y si lo está qué importa.
Y te cuelas en el joyero de mamá. O de una tía. Y tomas prestado una pulsera bonita. Para llevar encima de los guantes.
Tomar la calle, con paso firme, todas juntas. Hablar de cosas que no sabes. Escuchar y leer de todo. Engancharse a Crepúsculo y citar a Góngora.
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Y lo creemos, y lo aplicamos. Collige virgo rosas.
Y una mañana, tumbarte en el sofá con esa camisa blanca que todavía huele a Él. Y abrir la Vogue francesa de este mes. Dejar escapar una lagrimita porque Carine se va. Mirar y remirar LA PORTADA. Con mayúsculas.
Dejar que te sorprenda con una cajita con lazo blanco, y dentro una llave que no abre ninguna puerta.
Y un bol enorme de fresas sin nata.
Y así. como burbujas de champagne francés. -o quizás cava catalán- subir, sentirme flotar en el cielo.Bi.