jueves, 27 de enero de 2011

Viernes noche.

Hace tiempo que no me quedaba un viernes sola en casa por la noche.

Por lo menos, no en mi casa, mi casa de verdad.



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Recuerdo el placer de tumbarme en el sofá a comer sushi viendo la tele, en ropa interior, o con una camisa suya –nunca en pijama, hasta el momento de irme a la cama-. Coger libros que siempre quise leer. Pasar las páginas con calma. Acabar los paquetes de tabaco que guardo en el fondo del cajón sólo para esas noches.


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Y, así como si nada, quizás evocando a aquella Carrie Bradshaw que tanto admiré, me sirvó una copa. Yo sóla. No quiero perder el control.

No quiero olvidarme de todo mañana. Sólo saborear unas gotitas de licor seco para acabar de digerir el pescado crudo.


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Y ahora? Quizás he madurado.


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Hoy, para empezar, no estaba del todo sola. Don Draper me acompañó en la velada conversando con ese precioso acento americano de los cincuenta.

Y, como es obvio, no se puede recibir a semejante hombre en ropa interior. Al menos en nuestra primera cita a solas, y en pantalla grande. De pronto me acordé de ese maravilloso vestido verde que todavía estaba en la bolsa, esperando a que comprobase si, efectivamente, me iba una talle grande.

No tiene escote, no es muy corto, y sí, me queda algo flojo. Pero es perfecto para recibir a Don.


A falta de una treinta y seis, quizás explote ese punto años cincuenta. Sí, está decidido. Lo hago mío sentándome al piano, después de tantas semanas aislada entre santiago y las bibliotecas.

Chopin me pega a las teclas, y yo tengo miedo de arrugar la seda. Me lo quito y no tengo ni idea que ponerme. Mi pijama siglo XXI no me acaba de encajar esta noche.

Abro el armario, y allá, en el fondo, descubro unas flores violetas estampadas en un kimono que mi padrino me trajo de Japón hace al menos dos años.


Y me lo pongo. Y me río yo sola. Porque ahora que Don se ha ido vuelvo a estar sin compañía. Y sorprendentemente, sin licor ni humos tóxicos.

No sé cómo, se me ocurre contároslo.

Escribiendo en un mac un veintiuno de Enero, después de un viaje en el tiempo; y de Madison Avenue a Japón y de vuelta a mi casa en un rincón al noroeste.


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Y de aquí, a vuestras casas, vuestras mentes, vuestras pantallas.


Un abrazo fuerte. Bi.

21/01/11; 1:27



11 comentarios:

Sarajevo dijo...

Me gusta estar sola en casa,es una tranquilidad que pocas veces tengo.

bss guapa =)

Penny Lane dijo...

Mmm... leerte es como tener un libro en las manos, o una película y yo, bajo las sábanas. Me siento identificada, así como cuando veo un capítulo de mis series preferidas con una taza caliente y una manta tapando mis pies.
esa soledad que tanto disfruto, que relleno con páginas y páginas de literatura, con palabras extrañas que se vuelven mías.
desde hace un tiempo, al igual que esos libros, esas pelis y esas series, tu blog forma parte de ese momento a solas que disfruto como una enana, como cuando me dejaban dormirme mas tarde de las once :)
gracias.

PL ♥

María dijo...

Quedarte en casa, Mad men....que gustazo! Es q hay veces que lo necesitamos...y si, maduramos, cambiamos, vivimos etapas....vivimos, en una palabra.
Me encanta leerte!!
un abrazo
http://letempsducharme.blogspot.com

Elena dijo...

No se como decirte lo que siento cada vez que te leo. Es como leer un libro, pero un libro de los buenos de esos que te enganchan y que cuando terminas una página al momento quieres leer la siguiente, eso me pasa con tus entradas cada día quiero leer más y más. En definitiva que eres una de mis escritoras favoritas.
Veo por lo que dices en tus entradas que eres gallega, o al menos que estudias en Santiago, yo también lo soy :) (Se que no viene al caso jajajaja)
Bueno pues ya tengo ganas de otra entrada tuya, aquí tienes una seguidora INCONDICIONAL!

www.vamosafumarnos-la-ciudad.blogspot.com

Cristina dijo...

Un verdadero placer leerte, me encanta tu forma de escribir...
Un abrazo fuerte y por favor sigue deleitándonos con tus textos...

Anónimo dijo...

Lo adoro. El silencio primero, luego roto por esa serie, esa canción de la que te sientes protagonista. El evitar el silencio después, para no volver a la realidad. Y cuando vuelves, saborear la independencia, estar solo, que no sentirse solo.
Leer un libro complejo o ver algo de Woody Allen, con el cenicero en una mano y el cigarro en la otra.
Dormir de madrugada, con las satisfacción de saber que no importa la hora al día siguiente....

Anónimo dijo...

Lo adoro. El silencio primero, luego roto por esa serie, esa canción de la que te sientes protagonista. El evitar el silencio después, para no volver a la realidad. Y cuando vuelves, saborear la independencia, estar solo, que no sentirse solo.
Leer un libro complejo o ver algo de Woody Allen, con el cenicero en una mano y el cigarro en la otra.
Dormir de madrugada, con las satisfacción de saber que no importa la hora al día siguiente....

Anónimo dijo...

Lo adoro. El silencio primero, luego roto por esa serie, esa canción de la que te sientes protagonista. El evitar el silencio después, para no volver a la realidad. Y cuando vuelves, saborear la independencia, estar solo, que no sentirse solo.
Leer un libro complejo o ver algo de Woody Allen, con el cenicero en una mano y el cigarro en la otra.
Dormir de madrugada, con las satisfacción de saber que no importa la hora al día siguiente....

JULS dijo...

por que me gusta tanto tanto tu blog???? tienes un arte para escribir...ves la vida desde un punto de vista maravilloso, te envidio. Aprecias las pequeñas cosas y luego eres capaz de embellecerlas escribiendolas aqui y compartiendolas con todos nosotros. otra vez, gracias Bi.
un beso!

Nico dijo...

No hay nada más maravilloso! ;)

saludos

Natalie dijo...

Hola, acabo de descubrir tu blog. Solo he leído hasta aquí, pero debo dejarte un comentario para decirte que me ha encantado este post.Quiero una noche como esa.Un saludo

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