Ese je ne se quoi estival.

Sería de cobardes no reconocer que últimamente empleo más letras en disculparme por mi ausencia que en escribir y que hace ya quince días que estoy de vacaciones pero los posts siguen brillando por su ausencia…

¿Qué decir en mi defensa? Que he tenido poco, poquísimo tiempo, y que en estos primeros días de vacaciones todavía no he podido hacer ni la mitad de lo que hubiera querido.

Pero casi me atrevo decir que ahora sí (por fin!) podré ponerme al día en blogs, así que vivireis una oleada de comentarios firmados por Chic and Chocolate en los próximos días.

¿sabeis? Desde que ha empezado el verano no lo he mencionado ni una sóla vez en el blog!

En el fondo –y no tan en el fondo- soy muy supersticiosa, y me da miedito adelantar acontecimientos en voz alta.

Por eso intento no pensar en que este debería ser el verano de mi vida, el último antes de que mis mejores amigas se vayan a estudiar a la capital, el verano de las fiestas, el descontrol; el verano de transición.

Es más, si me paro a pensarlo, yo ya tuve ese verano de desfase. Tres semanas en Malta con mi mejor amiga en Julio de 2009 fueron la oportunidad perfecta para explorar y explotar la noche.

Soltera, me dejé reconquistar por la labia italiana: entretuve y me entretuve con sicilianos, milaneses, romanos… también algún español. Me contaminé con absenta, me bañé desnuda en el mar.

Pero las cachimbas, los amaneceres en la playa, esa magia de la isla mediterránea a medio camino ente la fiesta ibicenca y la espiritualidad marroquí eran premonitorios del fin de una etapa.

Este es el primer Julio tras cinco años que pasaré en España, y aunque todavía me gusta sentirme independiente, conquistar, perder un poco los estribos con la música,… lo cierto es que para acompañar mis pasos ya no escucho Akon, sino Dylan, cuando un Marlboro roza mis labios no dejo llegar el humo a mis pulmones, y mis pies prefieren la arena de la playa a unos tacones de quince centímetros (que aún así llevo, por si acaso tuviera una crisis de glamour, enlazados entre dos dedos de la mano);

no quiero que llegue Septiembre sin pisar Cádiz o Formentera, y aunque el acento catalán e italiano siguen siendo música para mis oídos, no cambiaría cien culés, ni siquiera un Carlo de ojos avellana por despertarme abrazada a ti.

Así que doy la bienvenida con los brazos bien abiertos a un verano que espero sea más maduro pero aún adolescente (casi infantil, no cumplo los dieciocho hasta noviembre); algo tranquilo aunque mayoritariamente nocturno; español, pero lleno de experiencias multiculturales;

Espero despegarme del televisor –al fin y al cabo, Gossip Girl no vuelve hasta el trece de septiembre, y como vea de nuevo Sexo en Nueva York, Friends o The Hills empezará a convertirse en obsesión- y entregarme a lecturas que me formen, me inspiren, me llenen, me ayuden a encontrarme y formarme más y más (hace dos días me llegaron por correo “Style from A to Zoe” y “The Teen Vogue Handbook” con los que me desvirgué en la compra por Internet).

Quiero escribir, escribir y escribir: cartas, posts, palabras bonitas…

Quiero, como todos ser feliz, y que vosotros y vosotras lo seais también.

Bonne été.

Bi.