Viernes de pequeños placeres.

Lourdes (Russian Red)

(yo, de vuelta del concierto)

(empezando Mdme.Bovary)

(conjeladiita, al volver a casa)

Este fin de semana empezó de la mejor manera posible...

El viernes, al salir de clase, fui a comer al japonés con mi madre; las mesas de la zona de fumadores están pegadas a un enorme ventanal con vistas al puerto, lo que te permite comer delicioso sushi y maki mientras contemplas el Atlántico.
[uno de esos lujos baratos que adoro concederme de vez en cuando]

Al salir, aún con una mezcla de sabor a té verde y wasabi en la boca, fui en busca de unos zapatos para fin de año.

Tuve un flechazo en el primer escaparate que miramos con unos peep toe de corte salón con un lazo en el empeine, muy al estilo Louboutin. Tuve que pedirlos, porque no quedaba mi talla en negro, pero cuento con tenerlos en casita en un par de días.

Me fui para casa contentísima.

[Comprar zapatos de tacón es otro de esos lujos, vicios, adicciones -llámalo como quieras- que dibujan la más tonta de la sonrisas en mi cara.]

Me cambié para bajar al concierto de Russian Red, y mientras hacía tiempo empecé a leer Madame Bovary.
[Me puse:

• Una camiseta de rayas marineras (muy Coco Chanel ;), de Zara.
• Unos skinny jeans de French Connection (con los que inauguré mi Visa hace ya unas cuantas temporadas).
• Unas botas, y un bolso que, por ser regalados, no recuerdo de qué tienda son.
• Un trench de Mango del año pasado.
• En los labios, Rouge Allure, de Chanel. ]
  

Tenía entradas gratis, aunque hubiera pagado por verlo.

Fui con una amiga que apenas conocía tres canciones, y salió absolutamente encandilada.
El concierto fue en un teatro pequeño, recientemente reformado pero que todavía conserva en su decoración el barroquismo de antaño.
Cuando se apagaron las luces, con cinco minutos de retraso, un halo violeta iluminó el escenario, en el que, además de una batería y un piano con una carcasa de color rosa, había algunos cachivaches inusuales (un globo terráqueo, una lámpara de mesita en forma de bola de cristal, un avión de juguete...).

Lourdes aparece tras una enorme guitarra y con un vestido algo campestre, unas medias grises, el pelo recogido y su característico color Russian Red en los labios.

La acompañan un batería, un guitarrista, un bajo y un pianista que no duda en cambiar las teclas del piano por un xilófono o una maraca si es necesario.

Suenan los primeros acordes. Ella empieza a cantar e invade toda la sala con una música suave, dulce. Un ritmo íntimo y delicioso que conquista a los presentes, que quedamos envueltos en una atmósfera cálida y muy agradable.
Se muestra tímida, casi no se mueve más que para beber de una copa con líquido oscuro, y sólo se dirige al público en cuatro ocasiones. Pero no importa, su música es tan especial que no es necesario explicarla con palabras.

El grupo parece vivir en un universo paralelo, del que nos hacen parte a medida que pasa el tiempo. Ella se baja de los tacones, y a penas supera el metro y medio de estatura. Como una muñequita de una caja de música.

Intercaladas con tres canciones nuevas y una versión de una canción ochentera, canta una por una las canciones de su disco hasta llegar a la esperada Cigarettes.
Se despiden, y tras el obligado bis y un solo cantando "Girls just wanna have fun" se dirige, con un laúd en brazos, a cantar a cappela entre el público. Poco a poco el resto de miembros del grupo se unen a ella, cautivándonos definitivamente.

Son estos pequeños placeres los que, por pequeños e inusuales, llenan mi día a día y dotan mi futuro de recuerdos extraordinarios.

Cuales son los vuestros?